sábado, diciembre 06, 2008

Cuando alguien nos conmueve...


Una vez llegó a mi casa una niña de 12 años a quién mi hermana mayor conoció un año antes a través de una institución que le prestó ayuda social. Su nombre es Alejandra y en ese entonces acudía a una escuela pública en 5º básico en vez de 7º u 8º. Nosotras en la familia sabíamos que nos visitaría y estaba invitada a comer y tomar una oncecita. La conocíamos según lo que nos contaba mi hermana pero no de presencia. Ella, una niña esforzada que trataba de que le fuese bien en el colegio. Se concentraba poco pues en casa no tenía nada alentador que vivir. Su padre un alcohólico con trabajos esporádicos sus hermanos menores que estaban acostumbrados a pasar frío en invierno, su madre que aveces trabajaba de jardinera o cartonera pues ella no podía depender de "el marido" y Alejandra que en definitivas cuentas se hacía cargo de sus hermanos menores. Su casa era una pieza. Sólo una pieza en la que debían convivir 5 personas y eso sin contar que en esa sola habitación debian lidiar peleas, borracheras, gritos, golpes, cuidados, comer.... absolutamente todo. Sufría violencia de todo tipo. Esa sola pieza medía no más de 2.5 metros cuadrados y era muy helada pues mi hermana la conoció un día y nos la describió. Ni siquiera tenía baño. Éste era uno que compartían todas las personas de esa "toma" y agua potable había pero debían obtenerla caminando más de media cuadra. Esto es algo irreal para muchos pero que sucedió hasta hace pocos años atrás acá en Concepción. Diría unos 2 años atrás. Para nosotros era una sorpresa que Alejandra aceptara nuestra invitación a venir debido a que le daba vergüenza entrar a otro lugar que no fuese su casita. Cuando llego le dimos de comer pues nos contaba que ella en todas sus comidas comía pan solo y té. Después le costaba hablarnos debido a la vergüenza, la emoción de nuestra acogida y la tristeza de ver su realidad. Mi madre le cortó el pelito y la puso bella ya que era uno de nuestros regalos. Yo no aguanté las ganas de darle cosas porque siempre que tenemos no sabemos que hacer muchas veces y no pensamos en darlas siquiera pues es más cómodo pensar que si las tenemos nos pertenecen. En ese momento busque todo lo que pudiese servirle. Le dí un estuche lleno de lápices de colores que había usado en el 1º año de carrera para hacer mapas, dos gomitas, lápices de pasta, un par de cuadernos y muchas hojas de oficio.... Al entregarselas ella estaba en el living de mi casa y sentada miraba todo con su carita llena de tristeza, alegría... no se.... pasaron tantas cosas por mí en ese entonces que entendí que a pesar de todo lo que pudiesemos darle en ese momento, nada corregiría su realidad.... Mi familia estaba ahí y las lágrimas fueron incontenibles para todas.... le regalamos zapatos, ropa... todo lo que en ese momento se nos ocurrió y ella nos daba las gracias por todo.... la abrazamos y entre todas le aliviamos en algo el dolor que llevaba sobre sí a pesar de su tan corta edad. Considero muchas veces que somos tan frágiles y tan absortos a la vez en nuestras cosas que no vemos al ajeno con sus vivencias ni con sus dolores porque no hemos pasado por esas circunstancias jamás... y jamás sentiríamos como esas personas. Para ser pobre hay que ser muy fuerte y para sobrevivir a esa pobreza aún más. ¿Quién puede decir que no es pobre si no es capaz de dar a nadie parte de su vida para aliviar parte del dolor ajeno?.....


Nadie decide donde nace y conmovernos por el dolor ajeno nos hace grandes y más aún si estamos dispuestos a sanar, en parte, la dura realidad de muchas personas....


DEDICADO A LOS MUCHOS QUE SIEMPRE ESTAMOS EN SITUACIÓN DE POBREZA..... MATERIAL Y MÁS AÚN ... INTERNA


cariños
Chani